No te precipites

En muchas ocasiones nos hemos topado con un grado de desesperación por trabajar. No digo que es bueno evitar el trabajo, para nada. Pero casi siempre llegan clientes que necesitan una palmada espiritual para darnos el visto bueno a un arte o a un presupuesto, por más creativo o económico que sea, cualquiera de los dos. No hemos esforzado por buscar ser aceptados por ese cliente específico y es entonces que caemos en el yerro de querer que ese consumidor vea nuestra obra aún antes de que él se decida. Yo he sido un desesperado, más cuando el trabajo que me piden es de algo que llama mi atención. Pero el objetivo de mi consejo es para fines de nuestro beneficio, pues casi la totalidad de los clientes, cuando nos ven muy entusiasmados con una idea, no entiendo de dóde sacan su decisión, sencillamente se muestran dudosos y optan por cancelar el trabajo. es por esa situación, que a mí me ha pasado ya, que les comparto la anécdota, para fines prácticos.

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