
Hablando de cosas de trabajo
No te incomodes, no te alteres.
Cuántas veces, nos dedicamos a realizar nuestro trabajo, poniendo nuestro mayor empeño, para que al final, venga un acompañante de nuestro cliente y nos diga, que lo que hemos hecho no es relevante o que cualquiera lo habría hecho. Por situaciones como esa, a las que todos hemos estado enfrentados en más de alguna ocasión, es que les dejo algunas recomendaciones para que no los cojan desprevenidos. Cuando uno está cansado del día de trabajo y solo quiere entregar y por supuesto, cobrar, lo que menos quiere es escuchar las necias palabras de alguien que ni te conoce ni tiene la menor idea de la realidad de lo que haces. Primero, relájate. Debes esperar cualquier cosa de la vida y por mucho que tengas conciencia de tus conocimientos y de la calidad de lo que haces, siempre logrará colarse uno que otro bruto y tratará de echar a perder tu cordura. Luego, cuando hables con tu cliente, haz de caso que llega solo. Tan solo porque es su esposa o una hija o su hijo quien lo acompaña, no es motivo para que le prestes atención. A ti te pidieron un servicio y es eso lo que entregas. Los comentarios de terceras personas no te interesan. Tercero, debes mostrarte indiferente ante el estado de ánimo de quien llega a recoger tu trabajo. Si le ves acalorado o molesto por el tráfico por el que acaba de pasar, no le demuestres empatía, limítate a explicarle lo que tengas que explicar, debes ser conciso y puntual. Por último, cuando cobres tu dinero y entregues tu trabajo, esfúmate de la presencia de tu cliente, tú ya has cumplido y no volverá a verte más. Si sigues mi recomendación, verás que es fácil mantener tu tranquilidad. Recuerda que si te alteras, tu mente se altera y tu trabajo también. Inténtalo.